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Disciplina japonesa: Consejos para que tus hijos sean obedientes y responsables

Cuando se trata de la crianza de los niños, los japoneses tienen muchísimo qué enseñarnos. 

Desde temprana edad, los niños pueden irse acostumbrando a evadir las responsabilidades. Algo que está absolutamente mal.

Ya que a futuro les traerá serios problemas no solo académicos, sino también personales y profesionales. Porque serán incapaces de asumir responsabilidades y de cumplir las metas planteadas. ¡Y nadie quiere eso para su hijo!

A muchos padres les cuesta hacer que sus hijos obedezcan y cumplan con sus deberes
De hecho. Les resulta casi imposible levantarlos temprano para que vayan a la escuela, que acomoden su cama, recojan los juguetes, hagan las tareas del colegio o que ayuden con algunos de los quehaceres del hogar.

En Japón existe un sistema de crianza llamado “ikuji“, según el cual un niño hasta los 5 años es dios, de 5 a 15 es un criado, y a partir de los 15 es un igual.

Pero muchas personas lo entienden de manera literal: al parecer, antes de cumplir 5 se les permite todo, y luego se les prohíbe todo.

En realidad, el objetivo de la filosofía de ”ikuji“ es criar a un miembro de la sociedad colectiva, donde los intereses personales pasan al segundo plano.

Es una especie de estrés, y los padres japoneses buscan criar en esas condiciones a una persona armoniosa que pueda encontrar su lugar en el sistema sin subestimar su valor propio.

En la primera etapa (“dios”) rodean al niño con un amor y apoyo incondicionales.

En la segunda etapa (”criado”) este amor no se va a ningún lado, pero el niño empieza a aprender activamente a vivir según las reglas de la sociedad y busca su lugar en ella.

Al mismo tiempo, el gran apego a su mamá, formado en los primeros años de su vida, influye mucho en el niño: intentará comportarse correctamente para no entristecerla.

Curiosamente en las escuelas japonesas no solo a la educación se le da un papel importante sino también a la crianza. Ahí no existe la competencia, nadie es mejor ni peor que los demás.

Para enseñarle a un niño a vivir en una sociedad colectiva, hay que enseñarles qué significa ver y respetar los sentimientos y los intereses ajenos.

Por eso las japonesas respetan mucho la sensibilidad de sus hijos.

No los presionan, no los avergüenzan, sino más bien apelan a las emociones de los pequeños o incluso de los objetos no animados.

Por ejemplo, si un niño rompe un cochecito, una mamá japonesa le diría: “Al carrito le duele tanto que quiere llorar“.

Una mamá europea probablemente diría: ”¡Deja de hacerlo! Eso no está bien”. Y agregaría un sermón de cuánto tuvo que trabajar para comprarle aquel juguete.

Los japoneses no afirman que solo sus métodos de crianza son correctos. Y los valores occidentales últimamente tienen una gran influencia en sus tradiciones. Pero el enfoque japonés se basa en la tranquilidad, paciencia y una actitud amorosa hacia los hijos. Y eso sí que vale la pena aprenderlo.

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